Dipsacus fullonum. Cardencha, cardo de cardar, cardo del cardador, cardoncha, cardincha, raspasayos

 

Dipsacus fullonum.

Dipsacus fullonum.

Cardencha, cardo  de cardar, cardo del cardador, cardoncha, cardincha o raspasayos, son solamente algunos de los nombres vulgares que recibe la especie Dipsacus fullonum, cardo de la familia de las dipsacáceas o Dipsacaceae.

Dipsacus fullonum es una planta bienal, que florece entre los meses de junio y agosto, y puede alcanzar los 2 metros de altura. Su floración es peculiar, ya que lo hace por franjas, y las primeras flores en abrirse son las de la zona central de las cabezuelas. Se encuentra distribuida por todo el hemisferio norte, incluyendo por supuesto la península Ibérica, en lugares donde la humedad sea abundante. Los trampales o zonas temporalmente encharcadas y sus proximidades son el refugio perfecto para este vistoso cardo cuyas flores y semillas proporcionan alimento a multitud de especies de insectos y aves.

Entre las hojas  de su espinoso tallo se  crean una especie de cuencos que retienen el agua. Se cree que la planta extrae suplementos de nitrógeno a través de los insectos que perecen atrapados en esas zonas de la planta.

Las cabezas o cabezuelas de la cardencha se han usado para cardar la lana, de ahí que uno de sus nombres comunes, cardo cardador, derive de dicho uso tradicional.

Las propiedades medicinales de la cardencha son similares a las de otros cardos. El producto resultante de la decocción de sus raíces en agua posee efectos diuréticos y depurativos. Además de favorecer la disminución de ácido úrico y toxinas, estimula la sudoración y, con ello, facilita la eliminación de impurezas en la piel. ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO para GUADARRAMISTAS

Dipsacus fullonum. Cardencha.

Dipsacus fullonum. Cardencha.

Lomelosia simplex. Botón de soldado, farolillo, cardete

Lomelosia simplex.

Lomelosia simplex.

Según se va desarrollando, la flor de la Lomelosia adquiere una curiosa forma, parecida a un pequeño farol de papel. No es una planta común en la Sierra de Guadarrama, ya que prefiere suelos calizos, yesosos y margosos con cierto nivel de nitrógeno. No obstante, podemos disfrutar de su forma y color en las escasa zonas calizas que afloran en la sierra, principalmente en bordes de caminos rurales de la rampa serrana donde se den las condiciones necesarias para su crecimiento. ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO  para GUADARRAMISTAS